El vino, referente cultural de un país, en este caso una isla, almacena suficientes motivaciones como para que la cuarta generación de una familia de abolengo vinícola, a través de proyectos elaborados en base a una producción nueva y autóctona y, junto al esfuerzo e interés de jóvenes emprendedores que refuerzan los valores de un producto ?testigo?, se convierta en empresa y mantenga y mejore el patrimonio y la tradición de sus ancestros, en el ensamblaje especial de un mundo competitivo y con un producto de gran atractivo en la zona.
Según pude saber, las primeras viñas de Tenerife fueron plantadas en 1497 por el portugués Fernando de Castro, cuya producción histórica toma vida en 1992, con la creación de la Denominación de Origen de Tacoronte-Acentejo, pionera, y la más grande de las Islas Canarias, en la elaboración de unos vinos de gran calidad, marcados por sus maravillosos paisajes y el amable carácter de los lugareños. Y esas fueron las razones por las que, durante mi última estancia en la preciosa isla, visité Bodegas Dominguez Cuarta Generación, bajo mares de nubes y perfumes cercanos al mar, en las que descubrí un vino joven, de gran interés, suficientemente elaborado y en un ambiente positivo, sobre el que, pese a la sencillez de la bodega me sentí atraída. Y como dije que, en bodegas minoritarias y poco conocidas por su limitada producción, también caben productos distinguidos, al llegar al Valle de la Orotava, me acerqué a Tacoronte, donde me dediqué a pormenorizar sobre las actividades de esta empresa, en el trato de una uva asoleada en esteras, prensada en frío y elaborada con temperatura controlada, con el interés de sus autores por buscar caldos de crianza moderna, discretos, selectos y con personalidad y boca estructurada.
Carlos G. González, joven gerente y emprendedor atrevido, aterriza en el mundo de unas bodegas del siglo XIX, alojadas desde 1953 en el edificio de un antiguo secadero de tabaco de 1940, junto al enólogo Gabriel Morales, entrevistados en este reportaje y almas de la bodega, emprenden este trabajo con gran humildad y en estrecha relación con los originarios de la isla y el Consejo Regulador de la Denominación de Origen de Tacoronte-Acentejo, fomentando un vino ligero, de capa media y características típicas, en base a la predominante variedad negramoll y las antiguas malvasías de la zona, con toques minerales y volcánicos y graduación de 15º, en tintos seleccionados y con fuerza en su concepción que, junto al blanco, con alma de tinto, más recio, también de negramoll y graduación de 14º, como empresa consecuente con la difícil competición con el exterior en precio y en producción, aunque no en calidad, poco a poco introducen en el mercado, prefiriendo tener la marcada y selecta tipicidad en su cuidada vinicultura y, mimados viñedos de una uva no manipulada, de la que se extrae la esencia hasta llegar al secreto de su pujanza.
La estrecha relación de la población de Tacoronte -capital del vino de Canarias- con el producto, establece un cultivo tradicional con vendimiadores de la zona en la que, en ocasiones, intervienen los sumilleres, intentando mantener y fomentar las fieles características de su cultivo, a través de las variedades listan negro, negramoll, tintilla y listan blanco, creando vinos aromáticos, de capa y estructura media, poco recios, ligeros por su sabor y con toques volcánicos que, en Vinoble de 2008, obtuvieron un éxito considerable. Son vinos aceptados a través de la extraordinaria atención de los nativos, no en grandes superficies, sino en restauración media y media alta, tiendas delicatessen, gourmets y vinotecas, que comunican de manera uniformada en catas periódicas y actividades didácticas orientadas a los niños, no para que beban, sino para que conozca el cultivo de la vid y se acerquen a una cultura que se mantiene desde hace 500 años, a la vez que establecen una inmejorable relación con la interesante y nueva cocina canaria.
Si se sabe apreciar el esfuerzo de sus responsables, Carlos G. González y Gabriel Morales, cruzar la puerta de esta bodega, resulta un privilegio por el trato recibido y porque, al apreciar la distribución de las verdes hileras de sarmientos en espaldera y cercanos al mar, tras una poda a pulgares y dos yemas o cordón cuádruple y doce o catorce yemas por planta y, la delicada extracción de los granos y el breve trasiego, los herederos de Bodegas Domínguez Cuarta Generación, María Luisa, José, Cristóbal, Pedro, Javier, Antonio, Juan Ramón y Marisol, pueden sentirse orgullos de que, tras cuatro generaciones, se lograran sus objetivos no solamente en la conservación de su patrimonio, sino por el desarrollo de un laboreo que, a pesar de la sequedad del clima, las altas temperaturas y los ataques de hongos como el mildiu, el oidio y la ceniza, consiguen una excelente cosecha y el posterior resultado de un producto muy valorado, por su delicada elaboración y sus muchos y arriesgados cuidados.
El Domínguez Selección Negramoll del 2006, tras seis meses en barrica y 12 en botella, del que se envasaron 3.000 unidades, destaca por sus notas violáceas, color cobrizo y sabor a fruta madura, dejando un alto chasquido con el toque justo de volumen en boca.
El Domínguez Especial 2007, lo hace por sus toques de dulzura y suavidad de la malvasía, su olor a flores y su sabor a fruta tropical y frutos secos, en un limitado envasado de 900 botellas. Ambos, son vinos para comer que, por su concepción, acompañan muy bien con pescados a la plancha, atún, carnes y arroces, a un precio razonable, tras la búsqueda de sabores discretos, bien estructurados y, más que de perfumes, de volumen en boca.
Y del Domínguez Malvasía Clásico, por su superación, sin comentarios.
La degustación en las islas se centra en restaurantes de categoría gourmet, bajo la atención de sumilleres que los acercan al comensal de manera grata, a través de una tradición que recupera la cultura en Canarias a pasos agigantados. Felicidades a Bodegas Domínguez Cuarta Generación y a sus responsables, Carlos G. González y Gabriel Morales. Dicen en Tacoronte que, ¿cuando los cocineros elaboran sus platos con estos vinos, los ángeles sonríen?. Y yo añado que, cuando se degustan, se enamoran los mortales.